Los pies en equilibrio

Cada cierto tiempo (o a diario según la tradición) es bueno volver a revisar nuestro estado, de principio a fin. Uno observa y continua. Forma parte del proceso de liberación en el que entramos al practicar yoga, sería el estudio o indagación sobre uno mismo para poder continuar vaciando o quemando impurezas de todo tipo. En esta indagación a mi me gusta empezar por el cuerpo físico y por la base, en este caso: los pies.

Nuestros pies son nuestro sustento contra el suelo, la base, aquello que a la vez nos mantiene firmes y con la flexibilidad suficiente para balancearnos o caminar según la vida nos exija.

A media que nos vamos haciendo mayores, debido al cansancio de las articulaciones, como las rodillas, caminamos con los pies más «arrastrándose», sin levantarlos del suelo,  y tenemos tendencia a caer con las graves consecuencias que esto comporta. Tener unos pies firmes y flexibles, con la sensibilidad despierta nos permitirá ir más seguros en nuestro caminar y evitar algunos tropiezos.

Por todo esto y mucho más, me encanta la práctica de posturas de equilibrio sobre los pies y la práctica de la postura reina de las postura de pie del yoga: tadasana, la montaña. Desde tadasana se construye toda la práctica.

Es una postura aparentemente sencilla, donde ambas plantas de los pies están en el suelo, los pies se tocan desde los talones y crecemos hacia la vertical desde allí. Tan sencillo y tan complejo a la vez, simplemente estar de pie. Firmes como una montaña y a la vez ligeros y creciendo hacia arriba.

Se puede realizar con los brazos extendidos hacia la vertical cerrando las manos en un mudra (gesto con las manos: palmas juntas o dedos bien abiertos con los pulgares entrelazados) y el segundo estadio de la postura sería elevarnos sobre los talones y quedar de puntillas.  El cóccix y el sacro caen hacia el suelo y podemos sentir esta doble fuerza o energía una que nos eleva y la otra que nos atrae hacia el suelo. El pecho sube pero las costillas inferiores van hacia el ombligo, la cabeza mirando hacia el frente con la barbilla entrada para que se estiren las cervicales y la coronilla de la cabeza apunte hacia el techo. Los hombros relajados hacia abajo y hacia atrás para que no se peguen a las orejas.

En esta postura la observación de nuestros pies, de su firmeza; de los puntos de apoyo: en el talón, el dedo gordo, la parte externa de la base; del contacto con el suelo; es la clave de la postura.

Los pies representan la puerta de entrada al chacra de la base, muladhara chakra. El primer chacra, aquel que nos conecta con la energía de la tierra. Este centro energético localizado en el perineo (cérvix en las mujeres) entre el ano y los genitales, en la base de la columna vertebral. Su significado: raíz o base, ya nos indica en que se relaciona: salud, supervivencia, raíces, seguridad, autoestima. Es importante trabajar los pies, la base para poder acceder a este chacra; trabaja nuestras raíces.

Esta postura además es ideal para iniciarse en la práctica de bandhas (cierres energéticos a lo largo de la columna) ya que favorece su cierre y activación. Otro día los vemos con detalle.

Bueno, solo me falta desearos una buena práctica y sobretodo una buena observación. Como estáis aquí y ahora, como está vuestra base, vuestros pies en el suelo. ¿Hay firmeza? ¿Nos balanceamos? ¿Está equilibrado el peso del cuerpo? ¿Podemos cerrar los ojos en la postura?

Feliz práctica!